lunes, diciembre 20, 2010

cosas de la vida



En aquel momento miré hacia atrás, pero ya no estaba. Se había ido. Se había marchado, y sabía perfectamente que esa vez lo había hecho para siempre. Me paré a pensar en lo que sería de mi y en lo que debía hacer a partir de aquel momento. Estaba claro que ya nunca volvería a ser el mismo, porque nadie me iba a dar todo lo que ella me aportaba cuando me regalaba una sonrisa. Y en cuanto a lo que debía hacer, todo se resumía en dos opciones posibles: La primera, huir, escapar, salir corriendo, ser un cobarde, como quien aplaza un examen porque cree que así estudiará mas. Por otro lado, podía aceptarlo, aceptar que ya nunca iba a volver, asimilar que la idea de tí y la idea de mí ya nunca estarán relacionadas, comprender que todo tiene su momento y que todo lo que empieza, acaba.
Me haces falta.

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